Lic. Ignacio A. Raguzzi
Introducción
Anualmente la lesión de ligamento cruzado anterior (LCA) sucede aproximadamente un 3% en el deportista amateur y hasta un 15% en el deportista de elite.1 Entre la población con mayor riesgo de sufrir una ruptura de LCA encontramos a aquellos atletas que realizan deportes nivel 1, siendo ésta categoría los que incluyen cambios de dirección, aterrizajes de saltos o pivoteos.2 Sumado a esto, otra población en riesgo es el sexo femenino que tiene entre 2 a 8 veces más probabilidades de sufrir este tipo de lesión que el sexo masculino.1,2
Según a lo reportado por Failla y cols. en el 2015, ocurren cerca de 250.000 lesiones de LCA por año en Estados Unidos, de las cuales entre el 50% – 70% recurren a tratamiento quirúrgico de reconstrucción del LCA.3 Sin embargo, siendo el tratamiento quirúrgico considerado el tratamiento de mayor elección para esta lesión son pocos los datos que se encuentran sobre el abordaje prequirúrgico, tanto sobre sus beneficios como su implementación. En una encuesta realizada en kinesiólogos australianos sobre diferentes temas en relación con la rehabilitación de la lesión de LCA, una pregunta indaga: “¿Qué tan importante piensa que es la rehabilitación preoperatoria en los resultados postoperatorios del paciente?” Más del 95% de los profesionales respondieron que la rehabilitación preoperatoria era importante o esencial. Sin embargo, en esta encuesta no consultan sobre el uso del abordaje en cuestión.4
En el siguiente artículo encontraremos los posibles argumentos por los cualespodría ser beneficioso realizar rehabilitación prequirúrgica luego de la ruptura del LCA. Siempre teniendo en cuenta que el paciente que curse con lesiones asociadas que requieran un tratamiento especial.
¿Por qué puede ser útil realizar rehabilitación prequirúrgica?
Teniendo en cuenta la rehabilitación preoperatoria vamos a enumerar los puntos con posibles efectos favorables en pacientes con ruptura de LCA que opten por cirugía de reconstrucción.
En primer lugar, como describe Failla y cols. en el 2016 el primer objetivo es lograr una “quiet knee” o una rodilla clínicamente estabilizada luego del proceso traumático de la lesión. Esto incluye nada o poco edema, nada o escaso dolor, un rango de movimiento de la rodilla simétrico, una marcha sin alteraciones obvias en un examen clínico y una fuerza de cuádriceps con un índice de simetría (pierna lesionada/pierna sana x 100) mayor al 70% o que pueda realizar 20 elevaciones rectas de la pierna en decúbito dorsal sin perturbaciones.5 Por ejemplo, en un estudio con 8 años de recolección de pacientes con reconstrucción de LCA, tuvieron 156 pacientes que desarrollaron artrofibrosis, de ellos el 70% (110 pacientes) tenían edema o hipertermia al momento de la cirugía. Además, el 64% tenían alguna limitación del rango de movimiento en la rodilla, más de la mitad de estos tenían una limitación en la extensión mayor a los 10°.6Por lo tanto parecería desaconsejable operarse con signos claros de inflamación o limitaciones en el rango de movimientos de la rodilla.
En segundo y tercer lugar, podemos resaltar la influencia del tratamiento prequirúrgico en el desarrollo de la fuerza y el incremento de la función. Como bien detalla Eitzen y cols., luego de un programa de entrenamiento de 5 semanas enfocado en mejorar la fuerza y el control neuromuscular en un periodo prequirúrgico encontraron que tanto la fuerza de cuádriceps e isquiotibiales aumentaba. Por otro lado, también evaluaron la función mediante distintos cuestionarios autorreportados que demostraron mejoría de la función luego del programa de entrenamiento.7 Similar fue lo reportado por Logerstedt y cols. que realizaron otro programa de entrenamiento prequirúrgico con 12 semanas de media de duración entre la medición basal y post tratamiento. Demostraron mejora en los test de saltos en una pierna (single hop, triple hop, crossover hop y 6 metros por tiempo), como así también en la fuerza de cuádriceps.8
A pesar de la esperable mejora luego de un programa de entrenamiento, lo que podría ser más interesante es que estas cualidades del paciente en el prequirúrgico se mantengan luego de la cirugía. Se realizaron comparación de distintas cohortes, la primera que había realizado tratamiento prequirúrgico (Delaware-Oslo) y la segundano lo realizó (MOON). Demostraron que la primera cohorte mejoró su función (evaluado con el cuestionario IKDC) luego del programa prequirúrgico, y a su vez en el seguimiento a 2 años la función se mantuvo por encima de la segunda cohorte. Sin embargo, como limitación de este trabajo los tiempos de medición de las distintas cohortes son diferentes. Además, reportan la tasa de vuelta al deporte siendo 72% para el grupo Delaware-Oslo y 63% en la MOON.9 Lo cual coincide con lo publicado por Ardern y cols. donde a mejor función tengan los pacientes las posibilidades de vuelta al deporte aumentan.10
Por otro lado, con respecto a la fuerza se encontró que un déficit prequirúrgico mayor al 20% del índice de simetría del cuádriceps se relacionó con peores resultados tanto para función como para fuerza de cuádriceps a los 2 años.(Tabla 1) A su vez, la fuerza del cuádriceps prequirúrgica explicaría el 15% de la función de la rodilla a los 2 años.11
Tabla 1.relación entre el déficit de fuerza de cuádriceps preoperatorio y resultados a dos años.
El cuarto motivo por el cual podría ser interesante abordar una etapa prequirúrgica es la sobreestimación que genera en los pacientes el índice de simetría. Posiblemente debido al uso de la pierna sana en su período postquirúrgico como referencia. Wellsandt y cols. proponen el uso de otro índice llamando “estimatedpre-injurycapacity” (EPIC) que relaciona los valores de la pierna lesionada en los momentos posquirúrgicos sobre la pierna sana en su períodoprequirúrgico.
Índice de simetría y criterios EPIC.
En el seguimiento de 70 pacientes con lesión de LCA aplicaron los dos índices para su comparación. Tomando como exitoso un valor de simetría mayor a 90%, a los 6 meses con el índice de simetría el 57% de los pacientes lo habían superado mientras que con los criterios EPIC solo el 28%. En su seguimiento posterior reportan 11 pacientes con re-lesiones de LCA, 8 de ellos habían pasado exitosamente el índice de simetría, pero solo 2 pacientes los criterios EPIC, demostrando aunque con pocos eventos (solo 11 re lesiones), la mayor sobreestimación del índice de simetría.12
Como último punto, se puede recalcar la pesquisa del factor psicológico pensando en la posible vuelta al deporte. Podrá acusarse temprano evaluar en el prequirúrgico pensando en la vuelta al deporte, pero debido a la facilidad de evaluación parecería un desperdicio no llevarla a cabo. A su vez, el miedo a la re lesión es reportado como la principal causa de no vuelta al deporte por encima de factores relacionados específicamente con la rodilla, por lo cual suma importancia su detección temprana.13 Se podría evaluar mediante el cuestionario autorreportado Anterior Cruciate Ligament Returnto Sport after Injury (ACL-RSI) herramienta que evalúa 3 constructos, apreciación del riesgo, confianza y emociones dividido en 12 items que se puntúan con escalas numéricas dando un puntaje final de 0 a 100, siendo los valores más altos mejores. Existe evidencia que detalla mayores puntajes del ACL-RSI en períodos preoperatorios en aquellos pacientes que finalmente habían vuelto al deporte, en contraste los pacientes que no lograron regresar presentaron peores valores en esta herramienta. 14
Teniendo en cuenta todos los puntos detallados arriba, se encuentran más de un motivo para abordar al paciente en el período prequirúrgico. Es importante aclarar que gran parte de los estudios citados utilizan un programa de tratamiento prequirúrgico compuesto por ejercicios y con una duración aproximada de 5 semanas, lo cual lo hace sumamente realizable.7
Conclusión
Debido a la alta tasa de resolución quirúrgica de las lesiones de LCA y a todos los motivos enumerados en el texto, son indicativos de que existe un espacio a explotar de manera mucho más beneficiosa de lo que realmente se cree. Siendo el periodo preoperatorio un momento de evaluación y toma de mediciones, las cuales nos servirán como guía para los meses venideros. A su vez, su aplicación mejora las cualidades del paciente pudiendo incrementar su rendimiento postquirúrgico y la posibilidad de vuelta al deporte.
Bibliografía
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