Lic. Santiago Silveti – Lic. German Prez
Es habitual en nuestra práctica diaria encontrarnos con pacientes que nos preguntan a cerca de su dolor, qué es lo que lo origina y sobre el tratamiento que vamos a implementar. Pero, realmente ¿tomamos dimensión del efecto que pueden tener esas respuestas? Parecen ser preguntas sencillas, sin embargo, respuestas que nosotros consideramos técnicamente correctas pueden entrar en conflicto con los intereses que las motivan. Generalmente el paciente está menos interesado en una clase de anatomía o biomecánica que en resolver el problema practico de su dolor(Puentedura, 2013).
Las últimas investigaciones en el campo de las neurociencias han definido al dolor como una decisión del cerebro basada en la respuesta a una amenaza (Moseley, 2003)(Ronald Melzack, 2001), y no como una simple medida de daño tisular. Por lo tanto, responder a las preguntas de los pacientes en términos de disfunciones o fallas encontradas (para lo que usamos frases como “tenés una vértebra rotada”, “te duele porque tenés artosis”, “tenés una articulación bloqueada”, o “una fascia adherida”) puede producir una respuesta desfavorable y generar ansiedad, estrés o miedo, es probable que el cerebro lo perciba como algo amenazante, desencadenando una respuesta dolorosa defensiva, aun en personas que no presentan lesiones de sus tejidos.
En la actualidad numerosas investigaciones han demostrado que no necesariamente existe una relación directa entre las disfunciones o los hallazgos encontrados en estudios complementarios y el dolor, como por ejemplo existen trabajos en los que se evaluó con RMN a personas asintomáticas de 20 años de edad, y se encontró que más del 70% presentaban protrusiones discales a nivel cervical(Nakashima, 2015). O en otros donde se demostró que dos de cada tres pacientes asintomáticos de más de 70 años tenían una ruptura del manguito rotador(C Milgrom, 1995).
Si entendemos el dolor como el resultado que el cerebro consigue de la evaluación de toda la información disponible (la proveniente de los nociceptores, los datos cognitivos, las experiencias previas, los factores socioculturales y otra información sensorial – como lo que vemos o escuchamos), podremos comprender que las palabras pueden actuar como una aferencia desencadenante de una respuesta dolorosa si el cerebro las percibe como una amenaza(Butler & Moseley, 2010).
Por tal motivo es importante comunicar los hallazgos de la evaluación y las decisiones terapéuticas de la manera más benigna posible evitando generar un efecto nocebo (fenómeno por el cual la anticipación y las expectativas de un resultado negativo inducen a un deterioro del síntoma)(Atlasa & Wagerb, 2012).
En conclusión el lenguaje en un contexto terapéutico debe ser un aspecto fundamental a tener en cuenta. A tal efecto es importante centrar la terapia en hacer sentir fuerte y seguro al paciente, hacerlo formar parte de manera activa del tratamiento para lograr más control sobre sus síntomas, hacerlo menos dependiente del terapeuta y sobre todo disminuir el miedo al movimiento, el estrés y la ansiedad De este modo será más probable que se minimice el tamaño de las amenazas que pueden desencadenar dolor.
Bibliografía
- Puentedura, A. L. (2013). Therapeutic Neuroscience Education, Teaching Patients About Pain. USA: OPTP.
- Nakashima, H. M. (Marzo de 2015). Abnormal Findings on Magnetic Resonance Images of the Cervical Spines in 1211 Asymptomatic Subjects. Spine , 392-398.
- C Milgrom, M. S. (1 Marzo de 1995). Rotator-cuff changes in asymptomatic adults. The effect of age, hand dominance and gender. The Bone and Joint , 296-298.
- Moseley, G. (Agosto de 2003). A pain neuromatrix approach to patients with chronic pain. Musculoskeletal Science and Practice , 130–140.
- Ronald Melzack, P. (1 de diciembre de 2001). Pain and the Neuromatrix in the Brain. Journal of Dental Education , 1378-1382.
- Atlasa, L. Y., & Wagerb, T. D. (Junio de 2012). How expectations shape pain. Neuroscience Letter , 140-148.
- Butler, D. S., & Moseley, G. L. (2010). Explicando el Dolor. Adelaide, Adelaide, Australia: Noigroup Publications.