Por Lic. Diamela Gomez
El ligamento cruzado anterior (LCA) constituye una estructura anatómica fundamental para la estabilidad biomecánica y funcional de la articulación de la rodilla. La ruptura del mismo es una lesión traumatológica muy frecuente que en la mayoría de los casos tiene lugar durante la ejecución de actividades deportivas. Afecta tanto a hombres como a mujeres, con una mayor incidencia de lesión en el sexo femenino.
La lesión puede generarse como resultado de un mecanismo directo (Ej. golpe sobre la rodilla en hiperextensión) o indirecto (Ej. rotación sobre la rodilla con el pie fijo en el piso encontrándose la misma en valgo forzado). Ésta última es la que más nos llega al consultorio, ese deportista que se lesiona realizando un cambio de dirección o un «amague».
Una vez diagnosticada la lesión estructural que se realiza clínicamente y se ratifica con una Resonancia Magnética Nuclear (RMN), deben considerarse las opciones de tratamiento que incluyen el abordaje quirúrgico para la reconstrucción del ligamento lesionado o bien el tratamiento conservador mediante la implementación de un plan de estabilidad funcional de rehabilitación.
Para la toma de decisiones en estos casos deben considerarse distintos factores individuales como:
- El nivel de actividad deportiva: Profesional vs. Recreativo, y las expectativas de cada paciente para continuar con ella. Un deportista recreativo recreativo con buena estabilidad funcional puede optar por el tratamiento conservador, mientras que el jugador profesional optará casi exclusivamente por la cirugía ya que necesita retornar a la actividad lo antes posible y con la rodilla lo más estable posible por el nivel de exigencia.
- La edad del paciente, considerando que en general los pacientes más jóvenes tienen niveles de actividad física elevados y esperan desarrollar su actividad deportiva por más tiempo, el tratamiento de elección será preferentemente quirúrgico. Aunque cada vez más la media se desplaza hacia arriba considerando que los programas preventivos y los avances en los métodos de entrenamiento permiten a pacientes mayores mantener altos niveles de actividad física.
- Estabilidad clínica y funcional de la articulación de la rodilla (Lachmann test y Y Balance Test). Si el paciente falla en las pruebas de estabilidad y éste componente no puede ser compensado mediante el entrenamiento por la falla del sistema de estabilización articular resulta imperativo optar por un tratamiento quirúrgico.
- Presencia de lesión de otras estructuras anatómicas (meniscos, ligamentos, cartílago articular). En este caso la inestabilidad con el consecuente compromiso funcional y el riesgo de desarrollo de patología degenerativa es mayor y el tratamiento de elección será quirúrgico.
- Contexto socio-económico, laboral y familiar.
Por lo tanto la reconstrucción quirúrgica habitualmente se indica en:
- Deportistas que desean mantener su nivel de actividad previo a la lesión y que no pueden «probar» una rehabilitación conservadora porque deben retornar a su actividad con rapidez.
- Pacientes con gran inestabilidad articular con repercusión sobre la funcionalidad del miembro inferior.
- Pacientes que presenten lesiones estructurales asociadas.
En casos de reparación quirúrgica es fundamental el inicio de un programa de rehabilitación preoperatorio temprano dado que para obtener mejores resultados es ideal que el paciente presente rangos de movilidad articular normales y una mínima reacción articular inflamatoria previo a la cirugía. El plan de rehabilitación postoperatorio es determinante respecto del éxito del tratamiento quirúrgico en todos los casos para lograr una correcta progresión y retorno a la actividad física.
En aquellos casos en que se decida continuar un tratamiento conservador, el paciente iniciará en forma precoz un plan de rehabilitación funcional que apuntará a estabilizar, fortalecer y devolver la funcionalidad al miembro inferior para lograr el retorno a la actividad física en condiciones óptimas.